Leena y Norah llegan a los límites de Alamar y son intercepadas por los elfos, que los llevan ante el anciano líder Dindal "Piel de Roble". El viejo elfo las recibe con amabilidad y las pone a prueba durante la cena para descubrir si son realmente los "héroes que advirtieron los textos antiguos". Aparentemente la honestidad de las jóvenes compró su confianza.
Un elfo guerrero llamado Tearas se ofrece a acompañarlas en el Pozo de los Espíritus. El lugar es un templo doble: el primero es un Jardín de Gaia, aunque un poder siniestro evita que algo crezca en ese lugar. Más abajo se esconde un antiguo templo de Eriad, invadido por almas en pena corrompidas por el odio y la desesperación.
En sus pasillos los héroes encuentran las tumbas de 12 caballeros, que pertenecieron a una orden llamada "El Manto Blanco". Las tumbas estaban saqueadas y marcadas con runas élficas que condenaban: "no hay perdón para los corruptos".
Tras combatir con espectros y esqueletos, el trío llega a la cámara de Eriad y encuentran al fantasma de un sacerdote elfo que les explica que la Lágrima de Idril es un artefacto poderoso y sagrado, que lo ambicionan tanto demonios como espíritus. Para conseguirlo, tendrán que quitárselo al que convirtió el templo de Eriad en su guarida.
La criatura era una araña gigante, la encarnación de un demonio hambriento. El combate fue duro, pero los héroes resultaron victoriosos. Sin la presencia del demonio, las almas pudieron acercarse a la Lágrima de Idril y en su luz encontraron la paz. Casi de inmediato las plantas empezaron a crecer en el Jardín de Gaia.
Agradecido, el anciano Dindal les ofreció regalos a los tres y prometió ayudar a los pueblos de las Provincias del Río contra las incursiones del Caballero Negro.
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